No, no voy a hablar del poema de Juan Antonio Pérez Bonalde, aunque no niego que escribiendo esto me sienta igual que él cuando volvía a Venezuela después de tantos años. Me fui hace justo 20 días, para sacarme dos cordales, pretendía volver a los 8 días, cuando ya estaba mucho más que recuperado, pero la universidad es una vaina que te agarra y no te suelta, simplemente me tocó dedicarme y concentrarme en mis obligaciones, apartándome de mi patria, de mi blog y de sus habitantes. Un país pequeño, 109 links-habitantes.
Ese cielo, ese mar, esos cocales,
ese monte que dora
el sol de las regiones tropicales...
¡Luz, luz al fin! Los reconozco ahora:
son ellos, son los mismos de mi infancia,
y esas playas que al sol del mediodía
brillan a la distancia,
¡oh, inefable alegría,
son las riberas de la patria mía!
Es inevitable que tu blog se vuelva tu patria, es tu pequeño estado, donde riges tú (cada quién elegirá ser democratico o no en el suyo propio), donde todo está adaptado a tu gusto y necesidad, con tus propios vecinos, una comunidad de amigos a los que rápidamente comienzas a querer, y a extrañar también.
¡Apura, apura, postillón, agita
el látigo inclemente!
¡Al hogar, al hogar, que ya palpita
por él mi corazón... Mas, no, detente!
La razón de haber cerrado los comentarios en el post de ya vuelvo es porque simplemente lo consideré como una notificación, no valía la pena comentar allí. Retrasé mi vuelta en parte por empeñarme en volver con un post odontológico; pero eso ya vendrá después, eso, las fotos, otras fotos de los entrañables amigos reunidos en Valencia, el Caracas Pop Festival, etc. Tantas cosas pendientes, sobre todo muchas visitas, comentarios y correos-tutoriales para un amigo.
Brindo por la pronta vuelta de los amigos que iniciaron su propio viaje, bajo promesa de volver. Se les extraña.
Vuelta a la patria. Juan Antonio Pérez Bonalde.
P.D. es que creen que tanto juntarme con los Riera no iba a producir efecto?